Un grupo de jóvenes de La Mosquitia celebró la culminación de un taller de cinematografía con la presentación del cortometraje de nombre «Tasba inisa», en lenguaje misquito, “El lamento de mi tierra”, en español.
El proyecto no solo marca un hito en la formación artística de los participantes, sino que también resalta la riqueza cultural y los desafíos de la región.
El taller, impartido por expertos en cinematografía, tuvo una duración de una semana y abarcó desde técnicas de grabación hasta la edición de video.
Los jóvenes aprendieron a contar historias a través del lenguaje audiovisual, explorando temas que reflejan su realidad y sus vivencias.
«El lamento de mi tierra» narra la lucha de las comunidades locales por preservar su entorno y cultura frente a las adversidades.
Creación y reflexión
Durante el taller, los participantes tuvieron la oportunidad de expresar sus inquietudes y esperanzas. «Este cortometraje es una forma de hacer escuchar nuestras voces», comentó Elvis, uno de los jóvenes instructores.
El resultado final fue presentado en una emotiva proyección, para celebrar el esfuerzo colectivo. Con aplausos y subrayando la importancia del arte como medio de expresión y cambio social.
Impacto en la comunidad
La realización de «El lamento de mi tierra» no solo representa un logro artístico, sino que también abre nuevas oportunidades para los jóvenes de La Mosquitia.
La cinematografía puede ser un vehículo para generar conciencia sobre problemas ambientales y sociales en la región. La iniciativa busca fomentar el talento local y crear una plataforma para futuras producciones.
¡Un futuro brillante!
El taller fue organizado por el Instituto Hondureño de Cinematografía (IHCINE), en colaboración con OPIDA e instituciones locales y se espera que la experiencia sea solo el inicio de un movimiento más amplio.
Los organizadores ya están planificando nuevas ediciones del taller para seguir apoyando a los jóvenes cineastas de la región y la tercera edición es el sueño para el próximo año.
Con el éxito de «El lamento de mi tierra», los jóvenes no solo han aprendido sobre cinematografía, sino que también han sembrado la semilla de un cambio en su comunidad, demostrando que el arte tiene el poder de transformar realidades y conectar corazones.