Los desplazados libaneses huyen de los bombardeos a aulas vacías

Samira y Abed sopesan sus opciones mirando al maletero de un coche cargado de bártulos, que han estacionado en el aparcamiento de uno de los más de 150 colegios habilitados como albergues para desplazados desde que el lunes comenzara una campaña de bombardeos israelíes sin precedentes contra el Líbano.

Han pasado una eternidad de horas en atascos aparentemente sin fin para poder llegar a Beirut desde el sur del país, donde se concentra la furia de los ataques de las fuerzas de Israel, y traen consigo a sus dos hijos pequeños y también a dos ancianos heridos en los bombardeos, explica el matrimonio a EFE.

«Israel atacó la casa de mis padres en el sur, dos ancianos que no tienen nada que ver con nada. He estado atrapado en la carretera, acabo de llegar a Beirut para conseguir un colegio que no tiene capacidad para proporcionar dos habitaciones, ¿cómo vamos a quedarnos seis personas en una habitación», lamenta Abed.

Faltos de sueño y decepcionados con la escasez de servicios en la escuela capitalina, han decidido buscar otro lugar de acogida. Más de otros 16.500 desplazados sí se instalaron en estos colegios abiertos por las autoridades en diferentes áreas solo hasta la noche del lunes, según datos oficiales.

La intensa campaña de bombardeos israelíes deja ya 558 muertos y más de 1.800 heridos, anunció este martes el Ministerio de Salud Pública.

Doble desplazamiento

En un albergue de la zona de Bir Hassan, a las afueras de Beirut, cuatro niños rezan acompasados sobre una alfombra improvisada, según explica su madre a EFE, pidiendo por la paz y por poder volver pronto a sus hogares.

«Mi madre no puede vivir sin oxígeno a todas horas y todavía es resiliente. Dios nos ayudará», afirma la mujer señalando a una anciana entubada que descansa sobre un colchón colocado en el suelo del aula que les ha sido adjudicada.

Según los coordinadores, los tres edificios del complejo acogen ya a más de un millar de desplazados, la gran mayoría procedentes del sur del país y alrededor de un 20 % huidos de los suburbios meridionales de la capital conocidos como el Dahye.

Aunque la actual oleada de ataques se ha concentrado en las regiones meridionales y orientales del país, también se ha producido un éxodo desde el Dahye, otro bastión del grupo chií libanés Hizbulá que ya ha sido objetivo de tres bombardeos en los últimos cuatro días, el último de ellos este mismo martes.

Para Rim (nombre ficticio), este es su segundo desplazamiento en menos de un año.

Es originaria de Mays al Jabal, en la frontera con Israel, de donde huyó al Dahye poco después de que en octubre de 2023 estallara un intenso fuego cruzado entre el Estado judío e Israel.

«Vinimos a vivir al Dahye en una casa nuestra, pero ahora tuvimos que huir por seguridad debido a la situación y a las amenazas que sufre la zona. Tras el último bombardeo contra el Dahye y el constante paso de cazas sobre nosotros, decidimos irnos a un lugar más seguro», dijo la mujer a EFE.

Reminiscencias de 2006

Rim se encuentra en el colegio junto a su madre, dos tías, un tío, su abuela y otros miembros de la familia, mientras que otros parientes se fueron a la ciudad costera de Byblos, más al norte.

«En esta situación, solo pudimos llevarnos lo esencial, todo el resto se quedó en la casa. ¿Qué nos podemos traer?», sentencia.

En los pasillos del edificio se amontonan pupitres y sillas para dejar espacio a las familias dentro de las aulas, equipadas con poco más que colchonetas para dormir y salpicadas de lo poco que se han traído con ellas: maletas, un ventilador, un balón de fútbol y alguna prenda de ropa a secar en las ventanas.

Son estampas familiares para muchos que ya tuvieron que abandonar sus hogares durante la guerra de 2006 entre Israel y Hizbulá, como Zayna (nombre ficticio), originaria del sur del país pero residente en el Dahye.

«En 2006, fuimos desplazados a Beirut y luego a Siria por un tiempo, porque nuestro barrio al completo fue derribado por la entidad sionista (Israel) «, recuerda en declaraciones a EFE.

Zayna decidió abandonar los suburbios capitalinos con los otros nueve miembros de su familia después de que uno de los recientes ataques aéreos alcanzara su barrio y quedara traumatizada por otro que el pasado viernes mató a más de medio centenar de personas en el Dahye, muchos de ellos civiles.

«Al ver cómo sacaban los cadáveres tras los ataques del viernes no podíamos soportar imaginar que eso pase a nuestros niños. Nos fuimos primero a un parque en Tayoune porque no teníamos a donde ir y, tras preguntar a gente, eventualmente alguien nos habló de este albergue», explicó.

«El caza estaba constantemente pasando sobre nosotros en Dahye, los estruendos sónicos son aterradores. Nosotros somos más fuertes que los niños que no vivieron 2006, ellos no saben de qué va todo esto», concluyó. EFE

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