Carlo Ancelotti es el entrenador del Real Madrid casi por antonomasia. No hay nadie, con permiso de Zinédine Zidane, que haya encarnado con tal fidelidad el puesto de la banda del Santiago Bernabéu este siglo de una manera tan fidedigna a los elementos que son emblema de Concha Espina. Madurez, tranquilidad, imagen, gestión de grupo y capacidad de adaptación a la plantilla y a las nuevas corrientes convergen en una figura trajeada cuyas corbatas han defendido el blanco ya en 300 ocasiones.
Con el partido de este martes por la noche contra el Alavés, el italiano cumple su tercer centenario de encuentros al mando del equipo ‘merengue’. Se trata de una leyenda forjada en dos partes. La primera agrupa lo ocurrido entre julio de 2013 y mayo de 2015. La segunda reanudó esta simbiosis en junio de 2021 y está firmada, como mínimo, hasta el día 30 del mismo mes en 2026. Su sociedad es de tal química que el estratega se plantea el retiro después.
Las dos partes que han esculpido a la entidad con más Champions League de la historia se han retroalimentado. La pizarra que celebra el hito esta jornada ha conducido al escudo a sus dos ‘Orejonas’ más recientes, pero el escudo salvó a la pizarra cuando, en plena etapa de dudas en el Everton, daba la sensación de que quizá su trayectoria se estaba acercando a una etapa de menos lustre bajos los focos.
El propio Carlo Ancelotti, habitualmente natural ante la prensa, no ha tenido inconveniene en contar que dijo que sí apenas descolgó el teléfono y, al otro lado, oía la voz del presidente Florentino Pérez. En una de las postreras celebraciones europeas, el entrenador le daba un abrazo y le daba las gracias por traerle de vuelta al 2º conjunto en el que ha gobernado más partidos de toda su carrera solo por detrás del Milan. Trabajó en San Siro desde 2001 hasta 2009.
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Un título cada 21 partidos
Una mera división regala el dato que mejor recoge el periplo de Carlo Ancelotti con el Real Madrid: gana un título cada 21 partidos. Los 14 que ha acogido en sus vitrinas son un empate con Miguel Muñoz, técnico clásico de los años 60 y 70 que dio instrucciones a lo largo de 605 contiendas. Esta temporada, su homólogo es candidato a seis galardones grupales distintos después de alzarse con la Supercopa de Europa, así que difícilmente no le adelantará en cuestión de meses.
Su primera oportunidad tendrá lugar en una competición en la que ingresa como favorito, la remozada Copa Intercontinental. La FIFA ha revivido este torneo, que llevaba dormido desde hacía décadas, para aliviar las críticas por el nuevo Mundialito de Clubes, aunque no lo ha conseguido. Profesionales, analistas y periodistas siguen alertando de una evidente falta de salud en el físico de los jugadores fruto, entre otros elementos, de la carga de compromisos.
Se desconoce cuáles serán los rivales de Concha Espina en el certamen porque, primero, deben celebrarse cuatro eliminatorias de representantes de Asia, Oceanía, África y América. Lo seguro es que su plaza en la final está reservada. Si la gloria no llega entonces, habrá una reválida seguidamente en la Supercopa de España, donde ya está acotado que los blancos se midan al Mallorca en semifinales y bien al Athletic o bien al Barcelona en el duelo por el trofeo.
En retrospectiva, Carlo Ancelotti ya presume de 3 Champions Leagues, 2 Mundialitos de Clubes, 2 Ligas, 3 Supercopas de Europa, 2 Copas del Rey y 2 Supercopas de España con el Real Madrid. Son estos metales los que arrojan la media por cada 21 partidos. Así, el italiano ha rebasado a su antecesor, Zinédine Zidane, que acuñó uno por cada 24 citas. El francés, eso sí, tiranizó Europa como nadie: ganó tres Ligas de Campeones seguidas -2016, 2017 y 2018-.
La radiografía a una grafía de trazo paciente
Lo sosegado, paciente y tranquilo de la personalidad de Carlo Ancelotti es lo que le ha llevado a triunfar en el Real Madrid. Es especialmente relevante cómo, en la era de la estadística avanzada y la numerología, son los aspectos intangibles los que han enhebrado los hilos maestros de una de las relaciones más exitosas del fútbol. En los años 90, ‘Carletto’ dirigía a la Reggiana de su tierra y trataba con un vestuario sideralmente opuesto al actual.
No había redes sociales, los departamentos de ‘marketing’ no habían experimentado las revoluciones contemporáneas, los fichajes no se filtraban por horas a través de perfiles de afamados periodistas y el humo no estaba en la ventana de traspasos, sino en la ventana del propio entrenador italiano, que dejó el tabaco en 2017 por prohibición del Bayern de Múnich. Preguntado por ello entonces, se lo tomó como algo positivo: «Es bueno para mi salud, mi mujer está encantada».
El puro carácter del estratega empezó a construirse en sus primeros años, cuando sus partidos iniciales en el conjunto de sus raíces fueron tan malos que la directiva planteó despedirle. Los propios integrantes de su plantilla se reunieron para una concentración en la que se emplazaron a sí mismos a mejorar. En conversación con los propietarios, les dijeron que podía apuntarse a cualquier problema menos a su líder. Estaban encantados con él.
De no ser por esta gestión de personalidades tan distintas como las que precinta un vestuario, quizás Ancelotti no hubiera despegado en un vuelo que ha pasado por el Parma, la Juventus, el Milan, el Chelsea, el Paris Saint-Germain, el Bayern, el Nápoles y el Everton, además del que más orgullo le produce. ‘Carletto’ es la palabra tranquila, la explicación clara, la naturalidad espontánea y la riña justa. 300 acepciones lo avalan.
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