Alejandro Cortés González

Bogotá, Colombia,1977. Poeta, narrador, músico, editor, gestor cultural, profesor universitario y director de talleres de creación literaria. Autor de los libros Notas de inframundo (Novela, 2010), Pero la sangre sigue fría (Poesía, 2012), Sustancias que nos sobreviven (Poesía, 2015), Del relámpago nacerán luciérnagas (Novela, 2018), Instantáneas dominicales (Poesía, 2019), Almanaque Bristol 1987 (Poesía, 2019), El álbum púrpura (Poesía, 2021), Todos los diablos tienen sed (Cuento, 2022), Lo que queda entre las manos (Antología poética, 2023) y El señor notario (Poesía, 2023).

Ha obtenido, entre otros, los siguientes reconocimientos: Premio Nacional de Literatura de la Universidad Central en las categorías Novela (2009) y Cuento (2011). Beca de Circulación Internacional para Creadores del Ministerio de Cultura (2013), con la que participó en el VII Festival Internacional de Poesía en París. Primer puesto en el VI Concurso Nacional de Poesía UIS (2014). Ganador de la Beca de Publicación de Obra Inédita del Ministerio de Cultura (2019). Finalista del X Premio Nacional de Cuento La Cueva (2022). Ganador del Premio Subterránica a mejor publicación física de rock en Colombia (2022). Ganador del I Premio Iberoamericano de Poesía José Santos Chocano (Perú, 2023).

Ha sido invitado a encuentros literarios en Suramérica, México, Francia y Canadá. Es músico de Grave Compañía, director de la Fundación Trilce y coordinador del espacio cultural Trilce en Luis Ángel, Biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá.

Hollow

De Alejandro Cortés González
Del libro Todos los diablos tienen sed,
Escarabajo Editorial, Colombia, 2022

Ya estando en la esquina de su casa, Aurora se devuelve para cerciorarse de haber cerrado la puerta con llave. Eso no le pasa muy a menudo… ¿Desde cuándo aumentan las dudas? Y sí, estaba bien cerrada, pero siente frío; entra por una bufanda y vuelve a salir. En la esquina se regresa de nuevo, esta vez con un poco de rabia hacia sí misma, y se cerciora de haber cerrado la puerta con llave. Toma el autobús. Va de pie junto a una chica que lleva puestos unos audífonos enormes, viste short fucsia y no usa medias. Obviamente, no tiene frío. Aurora se arregla la bufanda que cae sobre los botones de su chaqueta de paño rojo. El pasajero sentado frente a ella desocupa la silla. La chica del short fucsia le dice con cortesía “Siéntese usted, señora”. Aurora se sienta y se queda pensando, desde cuándo se convirtió en señora; no es la primera vez que se lo dicen. De los audífonos de la chica alcanza a salir la tonada pegajosa de un reggaetón. Las piernas de la chica se mueven con la música. ¡Qué flacas!, piensa Aurora: Si yo tuviera esas piernas me daría pena usar shorts. Quiere sacar el libro que empezó a leer la semana pasada pero se acuerda de que las gafas las olvidó en la oficina, entonces comienza a navegar desde su teléfono celular hasta que se encuentra con una noticia:

Vinnie Paul, fundador y baterista de Pantera, ha fallecido a los 54 años por causas que no han sido reveladas. La familia pide que se respete su privacidad durante este tiempo.

Un viento frío se le cuela en la garganta. Se acomoda un poco la bufanda. Vinnie Paul, ¡por Dios!, era como el niño grande de Pantera, piensa Aurora. Vinnie tenía dos años más que su hermano Darrell y lo secundaba en todo lo que a este se le ocurriera; incluso le ayudó a ensayar cuando Darrell quiso audicionar para Megadeth. Aurora busca ampliación de la noticia; se desconocen las causas de la muerte. Ya son menos en la familia Abbott: en 2004 un exmariner norteamericano subió al escenario y acribilló a Darrell sin ninguna razón; ahora algo desconocido vino por Vinnie Paul. Aurora recuerda que, cuando tenía la edad de la chica del short fucsia y Pantera recién se daba a conocer en Colombia, fue a una función especial de videos de la banda en la Cinemateca Distrital.

De repente le dan ganas de seguir en el autobús más allá de la parada donde está su oficina y esperar a que abran la Cinemateca. ¿Dónde quedaron los tiempos de ir a cine sola?, se pregunta. A los veinte, iba sin compañía a las salas de cine porque realmente quería ver la película, sin tener que sortear las maniobras románticas que su acompañante hiciera en la oscuridad. Por eso también iba sola a teatro, museos, bares. Cuando leía en las mesas de los bares, nunca faltó el macho con la frase “¿Tan inteligente y tan solita? ¿Quieres que te acompañe?”. A lo que ella respondía “Gracias, pero ya estoy muy bien acompañada”, enseñando su libro de Alejandra Pizarnik. Todavía no se explica cómo Rodrigo logró sobrepasar sus evasivas y embarazarla de Alejandra. Y todo fue como en una secuencia rápida de videoclip:

Primera escena: Aurora ve videos de Pantera en la Cinemateca Distrital.
Segunda escena: Aurora lee a Pizarnik en un bar y evade a sus pretendientes.
Tercera escena: Rodrigo logra sacarle una sonrisa a Aurora y se sienta en su mesa.
Cuarta escena: Aurora queda embarazada.
Quinta escena: Rodrigo muere de sobredosis. ¡Ja! Tan selectiva y no sabe escogerlos.
Sexta escena: Nace Alejandra. Le dio ese nombre por la Pizarnik.
¿Fin?

Pues luego sólo vinieron años y años de trabajo duro, en los que tuvo que cambiar el arte y la música por la vida de oficina que le daba la seguridad que ella y su hija necesitaban. Su mamá le decía que en eso consiste madurar. A veces, a la hora del almuerzo, saca tiempo para escuchar canciones con audífonos o ver videoclips o leer poemas. Aurora observa a la chica del short fucsia. Debe ser de la misma edad de Alejandra. ¿Ya llegó el momento de que la llamen señora? Es junio, acaba de morir Vinnie Paul, en noviembre murió Malcom Young, hace un año murió Chris Cornell, la lista no termina. Aurora olvida cosas inmediatas como saber si cerró o no la puerta; Aurora olvida cosas menos inmediatas como guardar las gafas antes de salir de la oficina; Aurora ya no puede leer libros sin gafas; sólo han pasado tres días desde que Alejandra le contó que estaba embarazada y Aurora ya empieza a sentirse abueee… No, ni pensarlo. Ya es suficiente con que la llamen señora. ¿Será que el rock también es un señor que envejece? Bueno, la mayoría de los muchachos hoy en día son como la chica del short fucsia: gustan de ritmos tropicales como el reggaetón que les prometen un estilo de vida donde todos —flacos, gordos, narizones, muecos—, son sexis y deseables gracias a una pista musical monótona, letras explícitas y bailes de apareamiento. Ni a Alejandra ni a sus amigos les gusta el rock ni la poesía: fue un desperdicio haberle puesto el nombre de la Pizarnik, piensa. Es más, tanto Alejandra como sus amigos perciben la palabra rock como algo obsoleto que se hacía con guitarras y baterías antes de que los computadores hicieran el trabajo de los músicos. Mejor dicho, algo del siglo pasado. O sea, algo que le gusta a la gente de la edad de su mamá. Aurora escribe en el buscador de internet “Muerte de Vinnie Paul” y se encuentra con la entrada de un blog titulada “¿Muerte del rock?”. No le gusta mucho el título pero le intriga saber de qué se trata:

Es sorprendente ver que durante los últimos años en Colombia y otros países de América y Europa, han aumentado el número de bandas de hard rock conformadas por jóvenes que, definitivamente, nacieron después de que el grunge aniquilara el rock de los ochenta. La devoción que sienten por esta música que no vivieron pero que quieren hacer vivir, se nota en sus interpretaciones, vestuario y conversaciones, donde demuestran que conocen de memoria la vida de los músicos de la época.

Bueno, y en este punto hay que preguntarse ¿qué pasa con la New Wave Of Swedish Sleaze Metal? ¿Qué pasa con Crashdiet, Crazy Lixx, Vains of Jenna y tantas otras bandas creadas en Escandinavia después del 2000 por jóvenes menores de veinte años? ¿Qué pasa con todas las bandas ochenteras que se desintegraron en los noventa y regresaron a comienzos del 2000? Hay una consigna general en el rock por recuperarse del bache de los noventa y retomar los ochenta desde el punto donde el grunge y su depresión lenta lo interrumpieron.

Tal vez el rock envejezca, pero hay un ejército de gente joven en muchos lugares del mundo que lo está haciendo avanzar. ¿Será que eso es suficiente? Yo, particularmente, conservo en mi casa diez acetatos de Kiss; los cuido como un tesoro, aunque no tenga tornamesa para escucharlos. Estoy seguro de que ninguno de los jóvenes amantes del reggaetón y de la sensual tropicalidad contemporánea, conserva en su casa un cedé, ni siquiera un MP3 en el computador, del primer álbum de Daddy Yankee, uno de los pioneros de la música que tanto les gusta.

El rock tiene gente que lo ama como cultura y como música; el reggaetón y sus ritmos afines tienen chicos que los siguen mientras les prometan sensualidad y belleza: no hay amor, ni música, ni cultura. Apenas un estilo de vida que se desvanece a medida que la sensualidad se les cae del cuerpo.

¡Uy! Ya es hora de que la señora se levante de su silla, pase a un lado de la chica del short fucsia, baje del autobús, camine hasta la oficina del banco donde trabaja y encienda su computador en un cubículo señalizado con el letrero: Asesor comercial #1.

Aurora llega a su oficina. Saluda al vigilante. Aún faltan treinta minutos para abrir el banco. Se queda pensando en que el rock y ella se han convertido en señores. Claro, hay una preocupación más importante: ¿Qué va a pasar con Alejandra y su embarazo? El padre del niño es otro niño sin trabajo, sin expectativas y, para colmo, sin apoyo porque también creció sin padres. Como que Alejandra los selecciona igual de bien que la mamá. Y sí, aunque este asunto es más importante sabe que no tiene una salida esperanzadora, al menos por ahora. Lo mejor es evadir esa preocupación tal como lo hacía con los conquistadores que la acechaban en los bares. Y entonces, ¿qué queda? ¿Acaso abrir ya los archivos del banco e imbuirse en las nuevas tasas de créditos hipotecarios? ¿Eso es la vida? En verdad, ¿fin?

La única vida que para ella ha terminado en las últimas horas es la del pobre de Vinnie Paul. ¡Por Dios, Vinnie!, el hermano fiel de Darrell, el espíritu tranquilo de la pantera. A Aurora se le viene a la cabeza la imagen del video de “Hollow” subtitulado en español, donde Darrell y Vinnie Paul duermen sonrientes arropados por una cobija azul. Darrell y Vinnie Paul: ahora los dos hermanos Abbott vuelven a estar del mismo lado. Y claro, esta imagen azul viene acompañada de la letra de la canción: habla de un amigo, alguien como un hermano, que se encuentra en estado vegetal, algo como estar muerto. Aurora enciende su computador y abre una nueva hoja de Excel en el archivo de créditos hipotecarios:

Pantera desde el vacío

Hermano
Trae el vacío que te dejé cuando me fui
Quiero abrazar al depredador que inventamos
Tu sigilo rítmico en la garra de mis arpegios

Duermes tranquilo bajo una frazada azul
como cuando éramos niños
Ya qué importan tu batería y mi guitarra
Te espero con más frazadas que arpegios
Dormiremos juntos la sonrisa felina de las bestias
Cuando mueras
no será de frío
La frazada azul alcanza para los dos.

A la memoria de “Dimebag” Darrell Lance Abbott (1966 – 2004)
y Vinnie Paul Abbott (1964 – 2018)

“Aurorita, ¿te sientes bien?”, le pregunta la subgerente. Aurora minimiza el archivo y sonríe con amabilidad. Nadie en este banco va a entender la tristeza que se puede sentir por la muerte de un ídolo poco mediático. “Aurorita, en la vida todo tiene solución. Sólo hay que darle tiempo al tiempo”. ¿Qué puede saber esta señora sobre Pantera y los hermanos Abbott? “Gracias, doctora”, le responde ocultando su extrañamiento. “Aurorita, ya me enteré de que tu hija está embarazada y quiero decirte que no te preocupes. Ya verás que cada niño trae su pan debajo del brazo”. Aurora queda atónita. A su izquierda hay un corrillo de colegas murmurando. Son las ocho y treinta. El corrillo se disuelve. Aurora guarda el archivo. El banco abre sus puertas.

Declaración extrajuicio ahora que el banco solicita el inmueble

Por qué no volver al pueblo
ahora que el banco nos pide la casa
Cultivar caña o cacao
y dejar de quemarnos las manos con materiales y desengrasantes
Marcharnos de esta invasión adonde ningún transporte nos trae de buena gana
Hace tanto que llegamos del campo que los amigos ya están sepultados
La ciudad nos miró por encima del hombro
por detrás de la espalda
entonces
esposo mío
por qué no queremos irnos
Por qué nos aferramos a esta sumisión de químicos e invasiones
mientras añoramos el viento en las palmeras de la plaza
y ese sonidito de la cascada donde comenzamos a querernos

Después de años de levantar paredes y asear habitaciones
pagamos la cuota inicial de esta minucia de casa
Lo poquito de lo poquito
Y hoy
que el banco nos la pide
no queremos entregarla
Como si en ella estuvieran los amigos muertos o los hijos no nacidos
Como si ella fuera testimonio de los días buenos

Anda
levanta la cabeza y volvamos al pueblo
No hay mucho que empacar
Por el camino reiremos pensando en las paredes que no vas a construir
en las habitaciones que yo no voy a asear
en las cuotas hipotecarias que ya no tendremos que pagar
y en la curiosa ironía
de que sea precisamente un banco
el que nos regrese a la tierra
y nos quite la ciudad.

Para interceder por Dios

¿A quién le pediremos por la salud de sus heridas
y de su triple problema de identidad?

¿Quién lo escuchará de niño y de padre?
¿Quién sentará en el diván una paloma?

¿A quién le pediremos por sus ocho brazos
o su panza dorada
o sus ampollas en el desierto?

¿Qué querrá Dios para Navidad?
Y si Dios es Buda
¿qué deseo no querrá?

Los hombres van al templo para pedirle a Dios por otros hombres
Habrá que ir al océano o a un volcán
para encontrar a alguien a quien se le pueda pedir por Dios

Seguro que nadie querrá ocuparse de tan alto asunto
Y no habrá más remedio
que pedirnos a nosotros mismos por la suerte de Dios
porque debe haber una suerte que lo conforte

Entonces
haremos templos bajo la lluvia
o alrededor de un volcán
ante la primera zarza que arda por un rayo

Y allí daremos salud a sus heridas
blandura a sus espinas
sosiego a su monoteísta trilogía

Allí daremos aire al cielo dentro de sus pulmones
cuerpo y caudal a la sangre de su costado
Y lo dejaremos tan saludable
fuerte
sabio
poderoso
como para invocarlo cualquier medianoche
y volverle a pedir por nosotros.

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