Los funcionarios y los simpatizantes de este gobierno, y por extensión, del manual del Foro de São Paulo consideran a ciegas que los acontecimientos políticos y sociales que hoy se viven en Venezuela solo obedecen a una sola causa: Que los Estados Unidos de Norteamérica –que no son santos de mi devoción-, son los que promueven derrocar aquél régimen tirano para quedarse con su petróleo y su gas natural. Oro negro que le ha servido al chavismo/madurismo como moneda de intercambio para buscar alianzas políticas con otros países de la región que comulgan la misma ideología, y por supuesto, también alianzas geoestratégicas con países extrarregionales, grandes adversarios de los estadounidenses en el escenario militar, político y económico mundial, tales son los casos de Rusia, China e Irán.
Centrados y justificando únicamente el tema de la riqueza natural del país sudamericano, no ven, ni les interesa un pepino, la tragedia que viven millones de venezolanos, entre estos, casi ocho millones que han tenido que emigrar al extranjero buscando mejores derroteros de vida. Suceso por demás dramático, pues es un grosero éxodo que divide las familias en pedazos, sobre todo, por aquellos que han tenido que quedarse en el territorio nacional, sin remedio alguno. ¡Que les den por saco!, dirán estos corifeos patricios.
El colmo de esta desgracia humanitaria llegó el pasado domingo 28 de julio, cuando se convocó a elecciones presidenciales, que por una abrumadora mayoría ganó la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), la alianza que concentra a los principales partidos y dirigentes de la oposición de Venezuela, y que el régimen en forma escandalosa y desvergonzada se los ha negado arbitrariamente. Esta Plataforma le jugó la vuelta al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en el poder. Para ello desplegó una atrevida e inteligentísima operación con el apoyo de sus comanditos que nacieron para cuidar el voto opositor y ahora son perseguidos por orden del régimen. Los arrestan en las calles o los sacan de sus casas. Ello sin contar al menos con 23 muertes y demás violaciones de los derechos humanos. Y en estas hibueras, ¡no se oye padre! Por si no les ha caído el 20, eso se llama complicidad.
Los comanditos, junto a partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil, fue la que permitió sacar las actas, en algunos casos sin que nadie se diera cuenta. Esas actas se verificaron, fueron inspeccionadas, se totalizaron, se escanearon, se digitalizaron y se colocaron al final en una web robusta, que no admitió ningún género de dudas. Mientras tanto, el PSUV sigue sin demostrar las actas que acreditan su fantasmal triunfo. ¿Por qué será? ¿Cuál es el miedo? La respuesta es bien sencilla. Perdieron y punto.
Así lo entiende la Unión Europea, la ONU, la OEA, el Centro Carter, 11 países de América, y entre estos, el más sorprendente, el gobierno socialista democrático de Chile. En cambio, aquí los refundidores alegan que la oposición no pudo acreditar su triunfo. ¡Bárbaros! Y por supuesto, siguen con la cantaleta del bendito petróleo y del gran satán pretendiendo apoderarse de él. El resto, les pela el eje.
J.J. Pérez López.
Barrio el Manchén. Tegucigalpa, M.D.C.