Además del daño a la salud mental de los usuarios y las pérdidas millonarias al comercio en general, por casi dos años, el caótico tráfico vial a la salida de Danlí ha pasado nuevas dimensiones en las últimas semanas: asaltos a mano armada y policías acosadores, que lejos de proteger y servir, como dice el lema institucional, más bien le complican la vida a los afectados con infracciones inventadas y chantajes.
El malestar generalizado en este corredor del oriente de la capital se centra en la Secretaría de Infraestructura y Transporte (SIT) y una empresa constructora desconocida, por la tardanza en pavimentar menos de diez kilómetros que comprende el tramo hasta el desvío de Tatumbla.
Ni la carretera del sur, con más de 140 kilómetros entre Tegucigalpa y Choluteca o los 100 kilómetros del Canal Seco entre Goascorán y Comayagua, construidos en los gobiernos anteriores, tardaron tanto tiempo como este tramo insignificante, compararon los afectados en sus relatos a este rotativo. Incluso, el trayecto entre Talanga y Cantarranas, mucho más largo, presenta más avance a pesar que fue iniciado recientemente por la administración de turno.
ESTRÉS Y ANSIEDAD
Como la constructora alterna el paso en los dos carriles, la espera por pasar puede tardar hasta dos horas en las horas pico, especialmente, en la noche. Esta espera, provoca en muchos conductores y pasajeros ansiedad, estrés, desmayos, hambre, insolación y ganas de hacer necesidades fisiológicas.
No es raro, entonces, ver a hombres que se orillan a la calle para evacuar su vejiga, algo que resulta chocante a los buenos modales, pero no tienen otra opción. Desafortunadamente, las mujeres deben aguantarse. Ni se diga de los estudiantes, especialmente, niños y los trabajadores de la tercera edad en general que salen desde muy temprano para llegar a tiempo a sus clases y puestos de trabajo, respectivamente. Es común ver a muchas personas regresar a pie a sus hogares, bien entrada la noche, porque el transporte público para ese sector cierra operaciones antes de las 6:00 de la tarde.
DELINCUENTES Y POLICÍAS
Por si esto fuera poco, en las últimas semanas han arreciado los asaltos. Mientras los conductores están en fila, los maleantes se acercan descaradamente a las ventanas de los carros aprovechando la distracción o el cansancio de sus víctimas y les roban sus celulares, computadoras, dinero, cadenas y otras prendas de valor a la vista.
Los afectados han compartido abundantes fotografías y videos grabados por otros conductores del momento preciso en que estos delincuentes cometen sus fechorías con toda frialdad, entre el tramo de Los Pinos y Villa Vieja a unas cuantas cuadras de la posta policial.
Se quejan, además, del acoso permanente de dos agentes de tránsito, a los que tienen identificados por sus apellidos, Ferrera y Medina, quienes pasan recorriendo todo el día el mismo trayecto con el único afán de hacerles “esquelas”, en muchos casos, sin ningún motivo.
Los dos agentes, según los afectados, pasan en sus motos maliciosamente a un lado de la interminable fila viendo quién está usando el celular o intentando rebasar. En un tráfico tan caótico como este y con esperas tan largas, es comprensible que muchos conductores aprovechan, mientras esperan, a revisar mensajes en sus móviles o hacer una llamada para reportarse a sus trabajos y sus hogares. Otros, especialmente, los que viven en Villa Vieja y sus alrededores, en su desesperación por pasar primero, sabiendo que su casa está a unas cuantas cuadras, desertan de la fila en contravía aprovechando que no viene carro del carril contrario. Ni digamos de los motociclistas con toda su fama de ser los más apresurados. Es, entonces, cuando, de la nada, aparecen los dos agentes, los paran y con una sonrisa burlona les hacen las esquelas o les piden “mordidas” (dinero). Los denunciantes no entienden la rigurosidad de los agentes por leer un texto en un celular, más si el carro está parado, como si lo hicieran en un papel cualquiera. De todos modos, los policías invocan el artículo 98, numeral 24, de la Ley de Tránsito que habla del uso de celular como infracción grave, y los mandan a pagar 700 lempiras. Para un trabajador promedio, esta cantidad es el doble del pago que ganaría ese día en su trabajo.
EN LA QUIEBRA
Como parte de este coctel de quejas, el proyecto está dejando pérdidas millonarias al comercio, el transporte de pasajeros y carga pesada en general a lo largo de este trayecto. Muchos negocios entre Villanueva y Villa Vieja, donde se arma el epicentro del tráfico, se encuentran al borde la quiebra. Los daños alcanzan también a los emprendedores de Tatumbla, El Zamorano, Ojo de Agua y el resto del corredor hasta llegar a Danlí. Comedores, mercaditos, artesanías, car wash, talleres, polleras, carros repartidores de agua, gasolineras, llanteras y moteles han visto caer sus ventas o aumentar sus costos estrepitosamente en todo este tiempo. Sabiendo las grandes “colas” que les esperan, los clientes ya no se detienen, como antes, en estos negocios y prefieren pasar de paso. “Hoy, no viene ni la mitad de los clientes”, le dijo a este periódico el dueño de un car wash antes de llegar a Villa Vieja. Vestía un overol verde, botas de hule y tenía en su hombro una toalla húmeda. Vestidos como él, sus cinco trabajadores esperaban que llegara uno de esos clientes. “Las ventas bajaron más del 60 por ciento”, admitió, por su parte, el gerente de una de las gasolineras en este mismo corredor. El resto de los negocios se miran vacíos y solo con sus angustiados propietarios y empleados. Algunos de ellos han tenido que colocar rótulos pidiéndole a los conductores que le den preferencia a quienes van a comprar combustible o materiales en una ferretería porque ni para abrir paso, dicen, sirve la Policía. Por este mismo motivo, muchos vecinos de las colonias aledañas se quedan atrapados ya que el tráfico tapa las entradas y salidas sin ningún control. Tampoco hay rutas alternas, excepto, una calle por la colonia Montefresco que la alcaldía capitalina promocionó como alternativa, pero que no ha sido capaz de darle ni siquiera una “raspadita”. Transitar en estos tiempos de invierno es todo un desafío para cualquier conductor por la soledad del camino, a parte que se expone a quebrar su carro.