GRADAS Y CUESTAS DE TEGUCIGALPA

Cuando asistíamos a un velatorio con un grupo de viejos amigos comenzamos a hilvanar recuerdos de aquella Tegucigalpa de nuestras niñez y pubertad y nos remontamos a los tiempos cuando a pie transitábamos por las estrechas calles empedradas, subiendo cuestas y tramos de gradas que comunicaban bajos y altos sectores de la vieja ciudad de las canteras.

Como todo poblado minero establecido en éstas tierras del nuevo mundo, la topografía irregular fue aprovechada por los españoles para levantar pueblos sin obedecer trazos urbanísticos dando paso a caprichosas construcciones que en forma desordenada jugaron con los irregulares terrenos característicos de los sitios donde explotaban las minas de oro y plata.

2 La Cuesta Lempira cuando estaba empedrada antigua comunicación entre La Leona y La Fuente

Tegucigalpa no fue la excepción, reflejando las mismas condiciones que hoy admiramos en pueblos como Surcagua o Santa Lucía, San José de Yuscarán, San José de los Cedros, El Corpus, San Juancito y otros que constituyeron en el ayer la riqueza mineral que los colonizadores agotaron para abundar de metales preciosos a la corona de España.

Al establecer el Real de Minas de Tegucigalpa en la séptima década del siglo XVI, los peninsulares mineros que llegaron desde Siria, comenzaron a construir sus chozas desde el sector que hoy conocemos como Los Dolores hacia las estribaciones del cerro que los indígenas llamaban el Sapusuca o sea El Picacho de hoy, es decir las partes altas de lo que conocemos como Buenos Aires, El Bosque, El Edén, Viera, Casamata hasta caer donde hoy están la Cannaan, El Reparto, El Sitio y otras colonias hacia la salida de Valle de Angeles, franja de ricas vetas de plata en la época colonial.

3 la Cuesta del Río desde la Plaza La Merced a la ribera del Río Grande.

El pueblo donde estaban las autoridades civiles, eclesiásticas y militares quedaba entre los barrios La Ronda y La Plazuela en el Oriente, los barrios La Moncada y Abajo por el Poniente y al sur los ribereños La Joya y San Sebastián y la parte al otro lado del río, la Comayagua de los Indios, la gran planada de Comayagüela donde se asentaron las familias que cultivaban y criaban ganado (FOTO 1 ).

Aquel poblado comenzó entre callejuelas y estrechas calles a jugar con el quebrado terreno y por ello de las partes bajas para ganar los sitios elevados se abrieron empinadas calles que se conocieron como las cuestas y en casos donde había mucha roca gradas labradas y otras de basas de piedra de cantera.

4 La cuesta desde El Olvido al puente La Isla.

Las cuestas famosas entre otras, la Lempira (FOTO 2) desde el Barrio La Fuente hasta el sector del barrio Berlín que después pasó a llamarse La Leona, la cuesta del Guajoco, la Cuesta del Río (FOTO 3) desde la ribera del río grande hasta la plaza de La Merced, la cuesta de La Isla desde la ribera del Río Oro o Chiquito hasta la subida de El Olvido (FOTO 4), la cuesta de los Altos o Buenos Aires, la cuesta de La Pedrera, la cuesta de Casamata, la cuesta de El Edén (FOTO 5), la del Bosque, la cuesta de La Balbina, la cuesta de Miramesí y otras no muy pronunciadas que partían desde La Ronda como la Calle de Las Damas, la cuesta de El Manchen desde el final del Guanacaste hasta el sitio donde en la época colonial un manchego instaló un matadero de ganado en la ribera alta del Río Oro, la calle desde La Merced hacia La Hoya (FOTO 6) y la calle hacia La Cabaña, la cuesta de La Leona desde el Barrio La Ronda (FOTO 7) y hacia el mismo lugar otra que partía desde el sector de La Pedrera (FOTO 8) y en Comayagüela, Las Crucitas, Sipile y el Centavo.

5 Cuesta de El Edén

Quizá porque comenzaron a utilizarse como vías allá por los años cuarenta, otras cuestas a mencionar, la de San Rafael, la del perro ahorcado, la de Las Delicias y la de El Chile.
En otros sitios las gradas en Tegucigalpa eran famosas, unas más que otras, como las de La Hoya (FOTO 9) que comunicaban al barrio con la estrecha calle de la Tipografía Nacional hoy llamado Calle Brassavola, las del Callejón Bellucci (FOTO 10) para comunicar con la calle baja de La Leona, las de La Fuente, las de la Ronda, las gradas de La Moncada y las del Olvido.

Pese a los problemas del terreno en que los españoles levantaron la vieja Tegucigalpa, el encanto del poblado lo constituía esa desordenada ubicación donde lo más plano era el centro donde se levantó la parroquia, la plaza central, los conventos de los franciscanos y los mercedarios, después los templos de San Francisco, Los Dolores y La Merced, la ermita y el Cementerio de El Calvario y las casas de los pudientes, lo demás eran riscos a los que se llegaba por las cuestas y los tramos con gradas.

Hasta la próxima semana.

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