Para cualquier funcionario o simpatizante de este régimen político, los resultados electorales obtenidos en Venezuela, son limpios y transparentes. Jamás un robo descarado, un fraude. Y el sujeto reelecto es un demócrata como no existe ningún otro. Usted podrá enseñarle a esta gente furibunda y obcecada, toda la evidencia posible que demuestre que se trató de un gigantesco y descarado final manipulado para la consecuente derrota de la oposición, y no lo van a aceptar nunca.
Vean, una cosa es votar por este tipo de personas e ideologías, y otra muy distinta, creer que con el voto se les va a sacar después tan fácilmente. ¡Error! ¡Monumental y craso error! Ahora bien, póngale cuidado, los hondureños debemos obligadamente mirarnos en ese espejo. De hecho, no es trasnochado decir que esa medicina útil y perversa para los ganadores, también es aplicable para este país, por ende, que el gobierno de turno la ponga en práctica el próximo año en los comicios generales, para pretender mantenerse en el poder, solo es cuestión que llegue el momento.
Las mañas para los que no tienen principios ni valores son consustanciales con su oscura forma de ser. Se trata de alcanzar el solio presidencial o mantenerse en el a como dé lugar, utilizando para ello todos los medios posibles a su alcance. En el pasado reciente lo vivimos en Honduras cuando la noche del conteo de votos en noviembre de 2018, que llevó a una ilegal y amañada reelección, “misteriosamente” se cayó el sistema, o cuando se dijo que aún no había resultados completos pues faltaba el conteo de los famosos votos rurales. ¡Ah… politiqueros, si están cortados con la misma tijera! No se pueden aceptar las barbaridades de derecha ni de izquierda. Es totalmente inadmisible para el buen funcionamiento de una democracia que se precie como tal.
Tampoco está en los cuernos de la luna imaginar que los delegados, observadores, veedores, o como usted quiera llamarlos que fueron por Honduras a Caracas, vienen bien instruidos en estas y nuevas formas de hacer mandracadas. Ya se ha dicho hasta la saciedad, que, en muchos casos, los que votan no deciden nada, los que cuentan los votos deciden todo. ¡Menuda verdad como un templo! Así que pilas partidos y candidatos de la oposición, o se ponen vivos o les hacen una ponga similar. Después no lloren sobre la leche derramada.
J.J. Pérez López.
Barrio El Manchén.
Tegucigalpa, M.D.C.